Soy español y este año lo estoy pasando en Holanda, en Maastricht para ser más exactos( o Maastrijt como pronunciaría un holandés) . "Donde el tratado", estaréis pensando la mayoría (alguno, tal vez, sin saber siquiera qué tratado exactamente,como me pasó a mí). El señor Erasmus se ha dignado a invitarme(ya sabéis, el tipo éste que desde su tumba suelta pasta, poquísima en España, para que pases el mejor año de tu vida para muchos).
Dicen que una de las cosas buenas del Erasmus es que te abre la mente, te sumerge en un nuevo país, con nuevas normas y costumbres. Probablemente esa situación sea de las más enriquecedoras que una personas puede experimentar. Viajar y "conocer mundo" permite conseguir, según me parece, cierto grado de , llamémoslo rápido y mal, madurez o sabiduria.
En mi caso he de decir que el paso que he dado no es tan grande como el que podría ser pero es un primer paso(que siempre hay que dar). Está claro que ser español e irte a Holanda no es el mayor cambio que uno puede experimentar. El hecho de no haber salido de Europa ( de la UE para más inri) hace que mi salto no sea muy arriesgado, pero como digo por algún lado hay que empezar.
Cuando me decidí a venir aquí, empezaron a salir a flote ciertos bosquejos sobre lo que podía encontrarme en este país. Es algo, que para bien o para mal, no suelo hacer con lo que el impacto cuando viajo suele ser mayor, pero esta vez no pude reprimirlo. Holanda, pensaba, un país más avanzado que mi querida España. Con una población más fría y correcta (algo que comprobé en mi Interrail del año anterior). De menores dimensiones pero un pasito por delante nuestro.
No voy a decir que tras dos meses y medio que llevo aquí todo difiera de tal manera con lo previsto que esté todavía en shock pero sí es cierto que hay muchas cosas que me han sorprendido. Por una parte la idea de éste país como más avanzado que España no me resulta tan fácil de defender como había supuesto. Tras un viaje a Munich descubrí que sus carreteras no son mejores que las nuestras y que dejan bastante que desear pese a que los coches que circulan por ellas parecen más nuevos y de marcas de mayor prestigio que en mi país.
La limpieza de las ciudades, que para mí está bastante relacionado con eso que llamo educación , no supera a las españolas. Los pavimentos necesitan un par de manitas de "chapa y pintura " y todo eso que podemos llamar infraestructuras públicas no dan la impresión de sobresalir por su calidad.
Una cosa que me sorprendió es que pese a que a media tarde nos quedamos sin luz, el alumbrado es muy deficiente y escaso. Por una parte ahorran una cantidad de energía tremenda( lo que demuestra una gran conciencia social; o sentido del ahorro; o ambos), por otra a las 6 cuesta ver con claridad. A su favor hay que decir que son más eficientes. Basta con comparar la burocracia en ambos países para darse cuenta. Y, tal vez, más serios en lo que hacen.
Otra de las "etiquetas" que puse al llegar aquí era esa de lo liberales que deben ser estos holandeses. Tras dos meses (no mucho como para valorar nada) me da la impresión de que tiene muchas costumbres liberales pero que ellos no son tan abiertos como me imaginaba. Es cierto que son muy políticamente correctos (no tanto como los belgas y su "perfecta europeicidad" que diría un amugo mío pero suficiente) y que dentro de sus costumbres respetan mucho más que nosotros. Pero pobre de tí si les sacas de sus esquemas. Tal vez por la proximidad de sus vecinos germanos noto cierta forma cuadrangular en sus cabecillas y la imagen del guiñol de Van Gaal se me aparece más de una vez en mi mente.
Por lo demás, y como era de esperar, el hecho de nuestra proximidad cultural y geográfica se hace notar. Como ya he dicho los cambios que encuentro respecto a mi hábitat natural son muy escasos aunque sí hay cosas que podríamos tomar de ellos (tantas como ellos de nosotros, véase definición de gastronomía y alimentación en algún lugar). Está claro que no me he marchado a nuestras antípodas culturales pero sí que espero que todo esto me sirva para progresar personalmente.
Por lo demás sigo con mi apacible estancia en un lugar tranquilo cuya vida fluye al ritmo del río Maas y al de las pedaladas de miles de holandeses y estudiantes. Y mientras tanto yo sigo aprendiendo y disfrutando de unos paisajes que no me esperaba en tan poca superficie como tienen (toda llana encima), pero aqui....con bici.
Un español en Maastricht
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